sábado, 25 de octubre de 2008

Clientes fuera de órbita

Parece de película cuando uno piensa en que algunas personas, "comunes y silvestres" (pero con un balance bastante positivo en sus cuentas bancarias), ya pueden regocijarse visitando la inmensidad del espacio exterior.


Hasta el momento sólo cuatro personas, entre ellas una mujer, pudieron volar hasta la Estación Espacial Internacional (EEI). Cada uno tuvo que pagar US$ 20 mil (CL$13.335.400.-), para pasar una semana en órbita.

"Todas las plazas para los viajes turísticos a la Estación Espacial Internacional (EEI) están reservadas hasta el 2009, tenemos una lista de espera para aquellos que desean volar a la EEI.″, afirmó el jefe de la agencia espacial rusa, Anatoli Perminov, en una entrevista.

El responsable indicó que la fábrica rusa Miassichechev está elaborando tecnologías para crear “naves suborbitales para los turistas”, más accesibles económicamente que los vuelos a la EEI.
A bordo de una nave de este tipo, los turistas no podrán orbitar alrededor de la Tierra, pero podrán permanecer en el espacio durante algunos minutos.

Rusia ya envió cuatro turistas al espacio con destino a la EEI. Cada candidato pagó más de 20 millones de dólares para pasar siete días en órbita.

La estadounidense de origen iraní Anusheh Ansari se convirtió en septiembre pasado en la primer mujer turista en el espacio.

Fue precedida por el estadounidense Dennis Tito en 2001, el sudafricano Mark Shuttlework en 2002 y el estadounidense Greg Olsen en 2005.

Sin duda, clientes como esos, no se pueden menospreciar, es más, ya hay una empresa que fabrica trajes "de alta costura" para aquelos osados turistas que deseen verse fantásticos incluso en medio de esa inmensa cantidad de materia negra.

sábado, 18 de octubre de 2008

Un cliente busca....soluciones

Para no ponernos tan trágicos como en la entrada anterior, les voy a dar un par de consejos para atender de manera dilemática a un cliente que viene descontento por alguna situación.

Lo primero es no tomársela personal ya que, si trabajamos para una empresa, el cliente que acude a nosotros con su molestia no nos ve como individuos, si no como representantes de la empresa para la que trabajamos.

Segundo, es ponerse en los zapatos del cliente. Hay que escucharlo atentamente, como si el que estuviera con el problema fueras tú o yo. Cualquiera de nosotros querría que nos tomaran en serio, por mínimo que pudiera parecernos el problema que el cliente nos trae.

Tercero, si notamos que el cliente no tiene la razón respecto de su queja, no se lo sacamos en cara entrando así en conflicto con él o ella, solo basta decir algo como "Yo tengo otra opinión sobre su problema, pero puedo equivocarme, analicémoslo", de ese modo dejamos la cabida a que nosotros, a pesar de opinar diferente, podemos estar errados. Así, si el cliente en verdad estaba equivocad, le será más fácil admitirlo.

Por último, si los equivocados resultamos nosotros, debemos admitirlo, ya que muchas veces eso es más valorado por nuestros clientes, que aunque descontentos, son sus asuntos lo que debe interesarnos.

Él o ella son nuestra clientela, y el hecho de que se queje es buena por una parte, ya que tenemos la posibilidad de solucionar el problema y mantener la fidelidad del cliente, cosa que no podemos hacer con un consumidor descontento que no se queja, si no que simplemente se va.

domingo, 5 de octubre de 2008

¿Malas relaciones con los clientes?

No todo es miel sobre hojuelas todos los días. Existen situaciones en las que las relaciones con nuestros clientes se pueden vuelven tormentosas y hasta peligrosas, y es vital conocer cómo podemos defendernos ante ello.

¿Qué pasaría si el día de mañana como kinesiólogos, realizamos un procedimiento a un paciente que terminó con consecuencias desfavorables para él, o incluso peor, con la muerte del mismo?

Sin duda que dicha situación no sería nada de agradable, ni para el paciente ni para nosotros. El paciente dañado sin dudarlo tomará acciones legales en contra del profesional negligente, que pudo haber cometido el error incluso desconociendo totalmente que había un riesgo latente.

Por ejemplo: Llega una persona a realizarse un masaje a la consulta de un masoterapeuta. El paciente desconoce que padece de formación de ateromas en sus arterias (acumulo de colesterol en las paredes arteriales). Luego de la amanséis, se le realiza el procedimiento correspondiente. Producto de la presión ejercida sobre las arterias durante la sesión de masaje, una placa de ateroma se liberó al torrente sanguíneo del paciente, el que por supuesto murió.

Es un caso extremo sin duda, pero no está demás el saber resguardarse contra ese tipo de situaciones.

Existe un seguro que se denomina "seguro contra daños a terceros", que lo toma el profesional de salud en éste caso, y que cubre cualquier evento desfavorable que debe ser especificado a la hora de contratar el seguro.

También está la posibilidad de prevenir por medio de un escrito legal, que debe hacerse firmar por el paciente antes de cualquier procedimiento, y que desliga al profsional de cualquier resultado desfavorable por tratamientos ejecutados.

Más vale prevenir...que curar.