No todo es miel sobre hojuelas todos los días. Existen situaciones en las que las relaciones con nuestros clientes se pueden vuelven tormentosas y hasta peligrosas, y es vital conocer cómo podemos defendernos ante ello.
¿Qué pasaría si el día de mañana como kinesiólogos, realizamos un procedimiento a un paciente que terminó con consecuencias desfavorables para él, o incluso peor, con la muerte del mismo?
Sin duda que dicha situación no sería nada de agradable, ni para el paciente ni para nosotros. El paciente dañado sin dudarlo tomará acciones legales en contra del profesional negligente, que pudo haber cometido el error incluso desconociendo totalmente que había un riesgo latente.
Por ejemplo: Llega una persona a realizarse un masaje a la consulta de un masoterapeuta. El paciente desconoce que padece de formación de ateromas en sus arterias (acumulo de colesterol en las paredes arteriales). Luego de la amanséis, se le realiza el procedimiento correspondiente. Producto de la presión ejercida sobre las arterias durante la sesión de masaje, una placa de ateroma se liberó al torrente sanguíneo del paciente, el que por supuesto murió.
Es un caso extremo sin duda, pero no está demás el saber resguardarse contra ese tipo de situaciones.
Existe un seguro que se denomina "seguro contra daños a terceros", que lo toma el profesional de salud en éste caso, y que cubre cualquier evento desfavorable que debe ser especificado a la hora de contratar el seguro.
También está la posibilidad de prevenir por medio de un escrito legal, que debe hacerse firmar por el paciente antes de cualquier procedimiento, y que desliga al profsional de cualquier resultado desfavorable por tratamientos ejecutados.
Más vale prevenir...que curar.